“Aprendí la lección. Soy ejemplo de que un recluso sí puede rehabilitarse en el Perú”. Con estas palabras, el salsero nacional Marco Salazar puso fin a una década de su vida en la cárcel de Aucallama, en Huaral. El cantante recuperó su libertad este fin de semana y retoma su carrera musical. Tras la emoción por la despedida a los compañeros que deja en sus celdas, Marco no niega que siempre se arrepentirá del error cometido, al terminar preso por tráfico de drogas. La emoción fue extrema cuando se reencontró con su madre y no dudó en, junto a su orquesta que lo esperaba a la salida, organizar un improvisado concierto en su cuadra, homenaje a sus seres queridos que lo apoyaron en estos años de encierro.
Emulando a Frankie Ruiz, Marco Salazar volvió de inmediato a su carrera junto al lado de su orquesta “Los Duros de la Salsa”, con quienes realizará una gira a Guayaquil, Ecuador. El 8 de octubre realizará el concierto de retorno oficial, en un local por anunciar. “Ya con la noticia que salía, hicimos los contactos pertinentes así que puedo decir que salgo con trabajo. Mi vida es la música, es lo que sé hacer, nunca más pienso meterme en líos, ahora me dedicaré a mi carrera como sonero, difusor de la salsa dura, tradicional”, dice entre lágrimas a los medios televisivos que acompañaron su salida de la cárcel huaralina.
Como se sabe, Marco Salazar retomó presencia en la música, a pesar de estar preso, luego que realizó el video de “Tonta”, en el penal al lado de “La Ñañita” Claudia Portocarrero. Su tema símbolo, composición propia como la mayoría de canciones de su disco, es “Una oportunidad” que narra su historia. “Así es, quiero volver a empezar. Fueron 10 años de mi vida encerrado, lo que me mantuvo vivo fue el amor de mi madre, de mi familia y la música”, sentencia el sonero, que dejó Huaral para irse a su casa en Los Olivos, donde organiza sus siguientes presentaciones. “Para atrás no pienso mirar, ahora solamente pa’delante. La música me dio la libertad y no pienso volver a caer”, señala mientras se despide de sus compañeros, a los que piensa ayudar organizando eventos a beneficio, así como dar testimonio de que la habilitación sí es posible en el Perú, a pesar de la crisis penitenciaria.
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